sábado, 20 de febrero de 2016

Elevarnos



Hoy paseando me he encontrado esta curiosa imagen. Puede parecer un bloque normal de viviendas de hace unos cuantos años, pero para mi representa mucho más. Y no todo lo que representa es positivo. Lo más inmediato que me llama de esta imagen es algo que parece común en la arquitectura de esa época, elevarse sobre el nivel del suelo, la increíble distancia de un piso completo.

Y alguno me dirá que es normal, ya que ese espacio estaría perdido si no fuera de esa manera. Incluso los más visionarios de los arquitectos lo llamaran espacio social/de encuentro vecinal. Un espacio publico para una comunidad de vecinos.Pero, ¿qué se podría haber construido en ese espacio?

Yo tengo muy claro sobre que habría construido en ese estéril espacio, pero he decidido pensar en algunas alternativas programáticas alternativas. Porque a fin de cuentas, yo no soy más que un estudiante de arquitectura y urbanismo como cualquier hijo de escuela y eso no me hace tener la voz de la razón absoluta.

En primer lugar, algo de lo que carece mi propia comunidad de vecinos, y que considero de moderada importancia, una sala de juntas. Estoy de acuerdo en que este espacio solo cumpliría su programa original una vez al año, pero estos actos ganarían en solemnidad. ¿Y para que quiero que una junta de vecinos sea solemne? Puede que nunca se nos ocurra, pero algo solemne, es menos proclive a alargarse en el tiempo, ya que tiene una serie de pautas temporales marcadas. Y de esta forma, la arquitectura impediría que los vecinos se tiraran años y años discutiendo sobre el sexo de los ángeles. 

Lógicamente, esta sala de juntas no podría ser un local vació con una mesa y una docena de sillas plegables, eso no es para nada solemne. Lo ideal seria una sala diseñada únicamente para este programa, de planta central, sin hitos en la arquitectura que destaquen un asiento sobre otro, donde todos los vecinos se vean las caras, y piensen, que son todos iguales en esa reunión. Pero, ¿cómo explicas estas maravillosas ideas al promotor?

Esta sala de juntas ideal esta condenada a ser vendida a los clientes como local multiusos para uso y disfrute de los vecinos, valga la redundancia. Y si, en ella seguramente se celebrarían las juntas de vecinos, pero gracias a una mesa presidiéndola y a la antes mentada docena de sillas plegables de Ikea. Y sin peleas vecinales entre vecinos, este local se usara para celebraciones privadas de cada vecino, tales como cumpleaños y demás fiestas. 

Así que mi primera idea, aunque útil, quedaría degenerada aun simple esbozo a causa de las fuerzas mayores de la obra. Pasemos entonces a otra idea, aun más ingenua que la anterior, una sala de equipamiento tecnológico. ¿Qué quiero con esto? Simple, un espacio de veneración a la tecnología, predominando la informática sobre todas las demás. 

¿Funcionaria? Solo en caso de que todos los vecinos fueran informáticos profesionales o amateurs, y aunque no las he calculado, imagino que las probabilidades de que esto ocurra son pocas. Por desgracia, esta sala equipada con Internet, servidores de archivos comunitarios y demás maravillas de la tecnología, quedaría reducida a un locutorio para niños. Y de nuevo el responsable de esta atroz actuación seria nuestro amigo el promotor. 

Finalmente llego a la que yo personalmente habría construido en ese singular espacio, un bar de barrio de toda la vida. Aunque ajeno a la comunidad de vecinos, este local de ocio, aportaría un ambiente agradable no solo a la comunidad de vecinos si no a toda la calle. Y eso se conseguiría aprovechando el retranqueo del edificio para la creación de una terraza, algo tan característico de un bar. 

¿Y el promotor? Encantado, ahora tiene las viviendas que encargo para venderlas, y de extra se lleva un local comercial con el que también puede comercializar. Y ahora saltaran aquellos filósofos de toda la vida y me replicaran que podría convencer al promotor de realizar mis otros programas. Y si, es cierto que se podrían llegar a dar, pero por esa plusvalía ideal, única y utópica que nosotros hemos proyectado, el promotor duplicara o triplicara el precio de las viviendas, alegando que son únicas y de alto standing. Y al final, los perjudicados, serian nuestro verdadero cliente, la gente que va a comprar esas viviendas. 

Todo es Arquitectura